UN ANUNCIO DE LIBERACIÓN
Cuando
Jesús comienza su predicación, lo primero que hace es anunciar la llegada del
Reino de Dios: “El plazo se ha cumplido, El reino de Dios está llegando. Conviértanse
y crean en el evangelio”. (Mc 1, 15).
El
anuncio de Jesús no
solo es una buena noticia para el pueblo en general que espera su liberación sino, también, para aquellos que dentro del
pueblo son marginados y
sufren el rechazo de las autoridades religiosas porque sus vidas no son
conforme a la ley. Frente a la dureza de los sumos sacerdotes y los fariseos,
Jesús se hace cercano y los acoge, mostrándole el amor a Dios que está por
encima de toda ley, incluso la ley religiosa. En vez de la ley, Jesús pone en
el centro de su predicación el amor y la compasión de Dios. Ante personas
heridas como los pecadores, los enfermos, los niños y las mujeres, Jesús deja
claro que Dios quiere la felicidad de todos y un mundo donde se dé la justicia,
la libertad, la igualdad, la solidaridad, la paz, la compasión y el perdón.
Con sus
palabras y sus gestos, Jesús muestra que el Reino de Dios se hace presente no
por medio de la fuerza y del poder sino por la humanidad y la entrega a los
demás. Jesús no vino a ser servido sino a servir. Por ello, deja claro que el
que quiera ser más importante debe ser más servidor. Además, denuncia las
injusticias y la dureza de aquellos que se creen mejores y ponen las normas por
encima de las personas. Vive desde la compasión, la misericordia y el perdón.
Defiende a los débiles y a los que son rechazados. Libera a los que están
oprimidos, cura a los enfermos, da de comer a los que pasan necesidad. De esta
forma, dedica su vida hasta entregarla, por la construcción de una nueva sociedad
con unos valores distintos que ponen a la persona y su dignidad en el centro de
todo.
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