BLANCA OLAYA

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Este es un espacio exclusivo de temáticas de Educación Religiosa, teniendo en cuenta que se ha tenido que trabajar desde casa en tiempos del coronavirus. El contenido del blog está tomado de la colección Emaús, camino de esperanza, de Educación Relgiosa. La finalidad es facilitar el acceso de los estudiantes a estos conocimientos en estos tiempos cuando la pandemia nos ha tenido confinados.

domingo, 30 de agosto de 2020

¿CUÁL ES EL PROYECTO DE VIDA DE JESÚS?

 

EL PUEBLO ESPERABA UN MESIAS

El pueblo de Israel había vivido una historia llena de opresiones y esclavitudes: primero, en Egipto; después, en Nínive y Babilonia. Después de haberse establecido en su tierra, sufrieron la invasión de los imperios más fuertes del momento: el persa, el griego y el romano. En esta situación de dominio extranjero y de injusticia social, el pueblo esperaba la llegada de un personaje que lo liberara de la esclavitud y le trajera la salvación. A este personaje lo llamaban Mesías.

La palabra mesías (en griego christós) es hebrea y significa ungido, es decir, aquel sobre el cual se hace alguna señal con aceite para indicar el carácter de su dignidad. Según la Biblia, Dios elige a ciertas personas para realizar una misión especial. A ellas, a veces, se les unge la cabeza con aceite, como signo de elección divina.

 

UN HOMBRE LLAMADO JESÚS

Cuanta la Biblia que al llegar la plenitud de los tiempos, en Belén, la ciudad de David, nació Jesús. Su infancia y juventud pasaron inadvertidas para sus contemporáneos. Cuando detuvieron a Juan el Bautista, Jesús comenzó a proclamar la buena noticia del reino de Dios. Decía: “El plazo se ha cumplido. El Reino de Dios está llegando. Conviértanse y crean en el evangelio”. Fue entonces cuando sus contemporáneos comenzaron a conocer a Jesús. Peregrinó por tierras de Galilea, Samaría y Judea. En Jerusalén fue apresado y ejecutado en una cruz.



 

JESÚS, UN MESÍAS DISTINTO AL ESPERADO

Jesús no se presentó como un Mesías triunfante ni como un caudillo militar. No hizo uso de la fuerza ni utilizó su poder para convencer a los demás de que creyeran en Él. Jesús no promovió una rebelión contra los romanos ni pretendió restaurar la monarquía del rey David.

Nadie esperaba un mesías pobre y humilde, ni mucho menos, que el mismo Dios se hiciera presente en la historia de los seres humanos. Y, sin embargo, todo el proceso de revelación de Dios que está plasmado en la Biblia llega a su cima con Jesús, que nos muestra definitivamente a Dios.

 

Y LES DIJO EN PARÁBOLAS MUCHAS COSAS

Jesús fue dando a entender lo que era el Reino mediante parábolas. Las parábolas son un género literario compuesto de relatos, historias cortas, claras, sencillas, que usan analogías, personajes y situaciones conocidas para transmitir una enseñanza religiosa o moral fácil de comprender y de recordar. El vocablo parábola proviene del griego paraboleu, que significa “poner cosas a la par”, lo que permite comparar. No son fábulas, todos los elementos son reales y creíbles, no hay ficción.

Las parábolas de Jesús se hallan casi exclusivamente en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas (Llamados también Sinópticos). Suelen comenzar así: “El Reino de Dios se parece a…”; sin embargo, a veces no incluyen esa introducción pero de igual modo hablan del Reino. Al narrar escenas familiares, imágenes de la vida ordinaria, se logra la atención del público, la cual se incrementa al ir introduciendo contenidos ricos y amplios; se otorga así, una perspectiva sorprendente- a veces incluso surrealista- que desconcierta a los oyentes y pone de manifiesto hasta qué punto el reino de Dios representa una alternativa radical a las ideas convencionales. El valor de las parábolas es que son la vida misma hecha pedagogía.

En todas las parábolas se destaca la pequeñez de los comienzos; y el crecimiento progresivo del Reino; su fuerza regeneradora para los que corresponden al llamado que Dios hace a la conversión y a la salvación. Si Jesús es el Mesías, su Reino es un reino para quienes quieren ser salvados: sus parábolas enseñan cómo debe actuar una persona para entrar al Reino de Dios y, a la vez, revela misterios o elementos del Reino.

 

EL ANUNCIO DEL REINO: LOS MILAGROS

Jesús realizó numerosos milagros, y así lo reconocieron incluso sus propios enemigos (Mc 3, 22). Conviene precisar que no debemos imaginarlos necesariamente en el sentido moderno de fenómenos que contradicen las leyes de la naturaleza, porque los antiguos desconocían la existencia de tales leyes.

De hecho, si tradujéramos literalmente el griego del Nuevo Testamento veríamos que los evangelios en vez de la palabra “milagros” hablan de “pujanza” (dynamis) y de “signos” (semeia); es decir pujanza y signos del Reino de Dios. Lo muestra muy bien la siguiente escena: Juan Bautista envió unos discípulos a preguntar a Jesús si era Él quien traía consigo el Reino de Dios, y Jesús se limitó a contestar: “Cuenten a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizadores” (Lc 7, 18- 23).

Las curaciones realizadas por Jesús muestran la pujanza del Reino de Dios, y lo mismo ocurrió cuando multiplicó los panes para saciar el hambre a la multitud. El evangelio de Marcos encuadra muy bien dicho acontecimiento, indicando que, mientras Herodes ofrece un banquete “a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea” (Mc 6, 21), Jesús, en el desierto, da pan a los pobres (Mc 6, 31-44) porque ellos son los principales destinatarios del Reino de Dios. “Bienaventurados los pobres, porque suyo es el Reino de Dios” (Lc 6, 24).

Mencionemos todavía un último milagro: la conversión del agua en vino ocurrida en Caná (Jn 2, 1- 11). A diferencia del pan, el vino no es imprescindible para vivir, pero en su justa medida alegra la vida: “Ofrece licor al desgraciado, vino al que se siente abatido” (Prov 31, 6). Jesús quiso que este fuera su primer milagro para ofrecer un signo (Jn 1, 11) de la alegría que acompaña la llegada del Reino de Dios.



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