Para Nietzsche, la cultura de Occidente ha estado marcada por la metafísica y la moral cristiana. Se trata de una moral de los esclavos donde lo fundamental es la resignación y el rechazo a la vida.
A diferencia del politeísmo griego y romano, la idea de un único Dios ha transmitido el mensaje de que solo existe una verdad, un único modo de comportarse y de que es necesario sacrificarse en aras de una vida futura. Esa moral es antinatural e impide el surgimiento de un nuevo modelo de ser humano, el superhombre, destructor del modo de vida anterior y marcado por otros valores que lo harán fuerte, instintivo, creador, constante, que acepta lo trágico de la vida- lo dionisiaco - su devenir, su multiplicidad y sus diversas perspectivas.
Para llegar al superhombre es necesario anunciar la muerte de Dios. De este modo, desaparecerán los valores tradicionales y surge una nueva época: el nihilismo; un tiempo de destrucción de lo que ha sido y de la trasmutación de los valores para facilitar el surgimiento del superhombre.
Respuesta desde la fe
La crítica que hace Nietzsche parte de una incorrecta forma de entender la humillación de Jesús y la humildad del creyente. El cristianismo es una religión que potencia energías vitales de la persona, que no genera seres apocados y frustrados. El amor cristiano no es una debilidad: no hay nada más libre y valiente que la entrega de Jesús , afirmando con su proyecto de vida que la vida hay que vivirla para los otros, incluso hasta morir. Y esta misma es la mentalidad del creyente.
SIGMUND FREUD
Para Sigmund Freud (1856-1939), las ideas religiosas son una ilusión. Como todos los demás fenoménos psiquícos, su origen se encuentra en las profundidades del psiquismo. De hecho, constata Freud, todos experimentamos deseos de trascendencia, de inmortalidad, pero la realidad rusta esos deseos.
Frente a esta situación se desatan ciertos mecanismos defensivos: la religión como consuelo, como narcótico. Las oraciones y ritos religiosos solo persiguen calmar la ansiedad. Para Freud la necesidad psicológica de sentir que vivimos en un mundo protegido, seguro, nos lleva a crear la imagen de una figura paterna: Dios.
Respuesta desde la fe
La crítica que hace Freud nos pone en guardia contra los infantilismos con los que, en ocasiones, se vive la fe, y en eso acierta: refugiarse en una creencia para no tener que afrontar la maduración personal o las dificultades de la vida. También desenmascaran falsas imágenes de Dios: un dios autoritario y represor de los deseos humanos, que oprime a las personas con normas y castigos.
Pero la idea de Dios no se corresponde en absoluto con el Padre exigente y a la vez misericordioso que presenta Jesús en el Evangelio, cuyo mensaje implica unos valores personales y sociales que deben ser parte de un proyecto de vida.
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