BLANCA OLAYA

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Este es un espacio exclusivo de temáticas de Educación Religiosa, teniendo en cuenta que se ha tenido que trabajar desde casa en tiempos del coronavirus. El contenido del blog está tomado de la colección Emaús, camino de esperanza, de Educación Relgiosa. La finalidad es facilitar el acceso de los estudiantes a estos conocimientos en estos tiempos cuando la pandemia nos ha tenido confinados.

miércoles, 3 de junio de 2020

LA INTERIORIDAD

Cualquier planteamiento de un proyecto de vida determinado exige que las personas seamos capaces de estar con nosotros mismos para valorar y decidir lo que deseamos profundamente. Hay muchas maneras de representar la compleja realidad de la vida personal. Visto desde fuera podemos decir que todos tenemos una dimensión corporal (nuestro ser animal), una dimensión afectiva (nuestros sentimientos) y una dimensión racional (nuestras ideas y pensamientos). Pero no todo acaba aquí, hay algo más profundo y más íntimo a nosotros mismos. Es lo "profundo del ser".  El cristiano se puede encontrar con Dios en la naturaleza, en la Palabra de Dios, en el amor que recibe, en el pobre que sale a su encuentro, en las celebraciones y también en lo más profundo de su ser a través de la oración.

UNA INTERIORIDAD HABITADA
Todo encuentro se inicia con el silencio personal. Si la persona no hace silencio en sí misma, en su corazón, abriendo sus compuertas, no puede haber encuentro con Dios. Podemos imaginar el corazón como un inmenso embalse lleno de agua que representa las preocupaciones habituales, las angustias, las alegrías y todo aquello que rodea al yo personal. Si las compuertas se abren, todo eso fluye y la persona se convierte en receptiva. Del mismo modo, en la relación con Dios se necesita hacer un silencio y un espacio, dejando fuera las inquietudes, para que el Dios del amor pueda ser recibido. 

ACOGER SIN PREJUICIOS
Pero también es necesario acoger realmente al que llega, con libertad, eliminando los filtros que puedan proceder de los prejuicios o de las racionalizaciones. Así, el visitante podrá llegar hasta lo profundo de la persona de tal manera que se le pueda acoger, e incluso "saborear". Dios viene de fuera a través de la palabra, de la naturaleza, del dolor o de la felicidad. 
La Biblia nos ofrece dos imágenes que expresan con claridad esta realidad: 
  • Una imagen es la lluvia mansa que cae en la tierra; si la tierra está preparada, la empapa; si la tierra, por el contrario, está dura y seca, el agua resbala, solo se filtra por las grietas y entonces se pierde. En este caso, la tierra no queda fecundada y la simiente no puede germinar. La persona puede llegar  a ser como la tierra labrada y mullida, abierta siempre, dispuesta a ser empapada y fecundada por el agua de la lluvia.
  • La segunda imagen es la de la espada que solo puede penetrar hasta lo más hondo cuando la superficie está libre de corazas y defensas. Si se deja entrar esa espada, sin resistencia, ella misma puede liberarnos de ataduras que hay dentro de nosotros.

Dios va despertando a la persona y la va construyendo, como también los padres despiertan y construyen la personalidad del niño que es todo receptividad.  A la par se va despertando también el conocimiento de Dios, se aumenta la fe por la relación interpersonal que se establece: conocer el ser de Dios como una realidad que poco a poco se va revelando hasta su manifestación total.

LA ORACIÓN, UN ENCUENTRO CON DIOS EN LA INTIMIDAD.
Por eso la oración, el encuentro con Dios en la interioridad, es una invitación a un banquete, a una cena que recrea y enamora cuando de verdad se sabe acoger y escuchar a Dios distinguiendo su voz entre tantas voces que escuchamos. La persona puede responder a Dios desde lo que ella misma es y desde lo que Dios es, sin dejarse perturbar por falsos prejuicios. Es un encuentro amoroso en el que se puede escuchar al que llega con su presencia y su palabra renovadora.
Y también se puede permanecer en ese encuentro cuando la persona es capaz de huir de las prisas y de las premuras y aprende a disfrutar del encuentro en lo profundo de sí misma.

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