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Este es un espacio exclusivo de temáticas de Educación Religiosa, teniendo en cuenta que se ha tenido que trabajar desde casa en tiempos del coronavirus. El contenido del blog está tomado de la colección Emaús, camino de esperanza, de Educación Relgiosa. La finalidad es facilitar el acceso de los estudiantes a estos conocimientos en estos tiempos cuando la pandemia nos ha tenido confinados.

jueves, 16 de abril de 2020

HUMANISMO SIN DIOS

El pensamiento humanista modificó su rumbo en los siglos XIX y XX. Los avances científicos y la confianza en la razón humana generaron una conciencia de progreso ilimitado que, de acuerdo con sus seguidores, solo será posible cuando se desenmascare lo que limita la completa realización del ser humano. Surgió así un humanismo ateo en el que la mayoría de los pensadores, aunque provenientes de diferentes campos de conocimiento, coincidieron en que solo prescindiendo de Dios era posible engrandecer al ser humano.

LUDWING FEUERBACH



Para Feuerbach (1804-1872) el hombre se aliena en Dios y anula su humanidad en un ser que se le contrapone y al que obedientemente se somete. Tanto Dios como el Cielo, donde saciaremos nuestra sed, no serían otra cosa que una proyección de los deseos humanos. El hombre proyecta fuera de sí las propiedades de su esencia humana en un ser imaginario al que llama "Dios".  La religión convierte todo lo que son aspiraciones del ser humano concreto y que definen al hombre en cuanto a hombre: creatividad, amor, libertad, justicia, en atributos de Dios y lo desvinculan del ser humano.  Esa es, para él, la esencia del cristianismo, y así tituló su principal obra.

Respuesta desde la fe

El pensamiento de Feuerbach nos advierte sobre una tentación siempre presente en la fe: fabricarse un dios a la medida de sus propios deseos e intereses, ¿Acaso lo bueno que hay en el hombre no puede provenir directamente del creador?

KARL MARX



Para Marx (1818-1833) toda sociedad se explica y sostiene sobre una estructura básica compuesta de dos elementos: la base económica (como se organiza la generación, producción y repartición de los productos), y la llamada superestructura, que es el conjunto de leyes, ideas y costumbres (la cultura), que surge de dicha forma de producción.  La base económica y la superestructura se influyen mutuamente. Mantienen una relación dialéctica; es decir, cuando la base económica, la estructura, es injusta y anula al ser humano que trabaja, la superestructura genera un mecanismo de defensa al que Marx llama ideología.
La ideología es una falsa conciencia, un conjunto de ideas, que justifica y busca mantener la realidad tal y como es, haciendo que los individuos formen teorías falsas sobre sí mismos y sobre todo el mundo, de manera que el ser humano vive desrealizado, alienado. 
Entonces, según él, la religión nace por la necesidad de la ideología de enmascarar las injusticias, para justificar las desigualdades y opresiones e impedir la rebelión de las clases explotadas. Su famosa respuesta está en la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel: la religión es el opio del pueblo.

Respuesta desde la fe

El comunismo ha supuesto un desafío para el cristianismo a la hora de expresar su compromiso con los más necesitados, pero el cristianismo explícitamente predica que el Dios que se revela en Jesús de Nazaret es un Dios liberador que no anula al ser humano.
La fe cristiana no acepta la violencia como medio para revertir el orden social. ¿Acaso el proyecto de vida que plantea Jesús no desenmascara las injusticias y nos invita a amar al prójimo? ¿Cómo podría ser eso una alienación?



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