La palabra humanismo es relativamente reciente. El pedagogo alemán Friedrich Niethammer la usó por primera vez en 1808, entendiéndola como el estudio de las lenguas y autores clásicos (Latín y Griego). Con ese mismo sentido venía usándose ya la palabra humanista desde 1538, designando con ella a quienes durante el Renacimiento buscaban la vuelta a los modelos de la Antiguedad clásica (Grecia y Roma), que eran consideradas los arquetipos de los humanistas.
Los humanistas idealizaron la cultura clásica para liberarla del contexto escolástico y la pusieron al servicio de la educación del individuo. Esa didáctica del humanismo contribuyó a cambiar el concepto que el ser humano tenía de sí mismo. Se redescubrió el valor de la individualidad, el ser humano empezó a proyectarse a sí mismo desde la libertad y a considerar a la propia razón, en lugar de la tradición o la autoridad, como guía de interpretación de la naturaleza, de la moral y de la realidad política. Pero no se desliga de la fe: es un humanismo cristiano en el que abundan las constantes referencias a Dios y a la fe cristiana. El ser humano se define a sí mismo como copula mundi, un lugar de encuentro entre Dios y la realidad.
ERASMO DE ROTTERDAM (1466-1536)
Holandés, fue un sacerdote de los canónigos regulares de San Agustín. Se empeñó en la renovación de la lglesia, la sociedad y el modelo educativo. Encontraba que la educación escolástica no lograba ser una vivencia personalizada de la fe. Era entonces necesaria una renovación moral y cultural de Europa por medio del humanismo evangélico.
Su propuesta, llamada Philosophia Christi, se basaba en dos principios; la humanitas clásica, amor por la humanidad desde la dignidad del hombre y docta pietas, la piedad cristiana interiorizada: humildad, magnanimidad, prudencia. En sus escritos aborda, desde sus planteamientos cristianos, cuestiones políticas, educativas, intelectuales y religiosas. Su obra más famosa es el Elogio de la locura.
SANTO TOMÁS MORO (1466-1536) fue un abogado y político de la corte de Enrique VIII. Frente al realismo político de Maquiavelo, Santo Tomás Moro quiso reflexionar sobre el orden político, describiendo un estado ideal, al que llamó Utopía, nombre compuesto por las palabras griegas u "no" y topos "lugar", es decir, un lugar inexistente, pero que tenía, como fundamento político de la convivencia, la igualdad de todos y, como fin, el servicio y respeto a la persona.
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