BLANCA OLAYA

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Este es un espacio exclusivo de temáticas de Educación Religiosa, teniendo en cuenta que se ha tenido que trabajar desde casa en tiempos del coronavirus. El contenido del blog está tomado de la colección Emaús, camino de esperanza, de Educación Relgiosa. La finalidad es facilitar el acceso de los estudiantes a estos conocimientos en estos tiempos cuando la pandemia nos ha tenido confinados.

jueves, 30 de abril de 2020

NACEMOS EN UNA FAMILIA

Desde que nacemos hasta que morimos, las personas estamos en continua transformación. Nacemos con una estructura genética que heredamos directamente de nuestros padres y eso determina nuestro físico. 
Pero no es sólo eso, también heredamos algunas formas de ser, y cualidades y a veces hasta defectos.

ETAPAS DEL DESARROLLO DE UNA PERSONA

Los primeros años de vida de una persona son muy importantes y determinarán su vida futura.
1. Desde el nacimiento hasta los tres años: el niño o la niña se comportan instintivamente  y son totalmente dependientes del cuidado de los adultos, por eso es fundamental la relación con el padre o la madre.
2. De los tres a los seis años: los niños se sienten integrados en su entorno familiar y comienzan a socializar fuera de la familia y aprender destrezas básicas, a hablar y a tener más autonomía.
3. A partir de los seis años: El niño ya es autónomo, se vale por sí mismo y aprende a leer y a escribir. Imita modelos de personas que encuentra  a su alrededor y va configurando valores y creencias religiosas.
Al final de la etapa se llama "Infancia adulta" o "madurez de la infancia". El niños posee una gran curiosidad y se pregunta todo. Es el momento de las primeras experiencias de relación con Dios.
4. La adolescencia: Inicia con la pubertad, cambios físicos y cambios en la manera de ser y relacionarse. El adolescente va adquiriendo seguridad y empieza a identificarse con sus maneras de vivir y pensar, y eso  puede causarle problema con sus padres. Prefiere por tanto más sus circulo de amigos con los que se identifica.
5. La madurez: podríamos decir que después de los dieciocho años ya no somos niños y nos convertimos en adultos, pero eso no significa que hayamos madurado. Probablemente muy pocos lo logren, pero la etapa de la madurez se va alcanzando con los años, a medida que vivimos y hacemos actividades y vivimos experiencias que nos enseñan.

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