La cultura del descarte afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura. Advirtamos, por ejemplo que la mayor parte del papel que se produce se desperdicia y no se recicla. Nos cuesta reconocer que el funcionamiento de los ecosistemas naturales es ejemplar: las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbívoros; estos a su vez alimentan a los seres carnívoros, que proporciona importantes cantidades de residuos orgánicos, los cuales dan lugar a una nueva generación de vegetales. En cambio, el sistema industrial, al final del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos. Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para todas las generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar. Abordar esta cuestión sería un modo de contrarrestar la cultura del descarte, que termina afectando al planeta entero, pero observamos que los avances en este sentido son todavía muy escasos. (Laudato si, n° 22)
Los niños y las niñas se vuelven invisibles cuando desaparecen ante los ojos de sus familias, comunidades y sociedades, pero también ante los de sus gobiernos, la sociedad civil, los medios de comunicación e incluso de otros niños y niñas. Cuando nadie se preocupa de lo que les pasa, entonces se invisibilizan. Y esto sucede sobre todo porque se vulnera el derecho a la protección por:
- La falta o pérdida de una identidad oficial.
- La protección inadecuada que presta el estado a aquellos que no tienen protección en el seno familiar.
- La explotación por trata de personas o trabajo forzado.
- La práctica o realización de funciones propias de adultos (como el matrimonio, el trabajo peligroso, la lucha armada, etc.)
SERES "INSERVIBLES"
Vivimos en una sociedad de consumo en la que las personas que no tienen poder adquisitivo son "inservibles". Niños, desempleados, ancianos, desplazados, etc., son personas que no generan ningún beneficio económico y por ellos son excluidos de la sociedad del progreso. Esta visión utilitarista de las personas hay que combatir reivindicando la dignidad inherente a todo ser humano y su valor sagrado por encima de cualquier otra circunstancia.
Las personas son fines en sí mismas y no pueden ser utilizadas como medios para ningún objetivo. Deben enfocarse solo en el pleno desarrollo de su personalidad. Todos somos valiosos, necesarios y "útiles".
No hay comentarios:
Publicar un comentario